Quizá Franza Kafka no era un tipo tan raro después de todo

 

Una historia en la que el principal personaje amanece un día convertido en insecto gigante nos hace pensar que su autor podría tener inclinaciones un tanto extrañas. Pero aparentemente Franz Kafka era un joven con buen humor y gran amabilidad. Todo esto sale a la luz gracias a que en días pasados Reiner Stach presentó su monumental biografía del escritor de origen judío en tres volúmenes.

En su publicación, Stach señala que, contrario a lo que popularmente se cree, Kafka no era una persona extraña, sino un perfeccionista un tanto obsesivo que habría decepcionado a varias mujeres porque no lograba definir con claridad sus intenciones con ellas, y que al relatar los hechos quedaba como un hombre raro y un tanto incomprensible.

Señala también que quizá este mito podría haber sido creado a partir de las narraciones de las mujeres que estuvieron con él y lo conocieron. Con el tiempo, se convertirían en la creencia de que era asexual, o que vivía una homosexualidad reprimida. Frente a esto, el autor señala que Franz Kafka simplemente habría sentido un miedo promedio a las enfermedades venéreas y el embarazo.

 

Y sobre el texto que siempre hemos pensado como desolador y existencialista, una reflexión de la alienación del hombre en la vida moderna, La Metamorfosis, Stach señala que esta obra siempre ha sido una que fue escrita con gran sentido del humor: La mezcla entre lo horrible, lo triste y lo cómico es original de Kafka que, tras lo asqueroso de idear un insecto gigante, inmediatamente introduce lo cómico: es un insecto gigante y asqueroso que de todos modos se tiene que levantar para ir a la estación, una mezcla de comicidad y thriller. Los profesores en las escuelas deberían mostrar ese Kafka humorístico e inventivo, y no el oscuro y lúgubre que siempre se ha pensado que fue.

El trabajo de Stach ha comparado publicaciones de Franz Kafka con cartas de aquella época para analizar su proceso de escritura, y es con base en éstas que ha descubierto lo que señala como la esencia del carácter del escritor: un hombre simpático y encantador, quizá hasta un poco ingenuo y muy querido por sus compañeros de oficina.

 

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