Hace más de 45 años en su muestra del Moderna Museet en Estocolmo Andy Warhol expresó una oración que marcó el porvenir del arte y de los medios sociales, no en el sentido vago que suele hacerse sino en uno más profundo y con implicaciones trascendentes en el mundo del arte. “En el futuro, todos serán famosos mundialmente por 15 minutos” es prácticamente un mantra que se ha adoptado en el cruce del espectáculo y las prácticas de arte contemporáneas para ser un statement casi irrenunciable ahora del siglo XXI.
Andy Warhol se situó en la escena artística de los años 60 con un trabajo que borró las líneas divisorias entre el mundo cotidiano, el aura del museo y los medios de producción para convertirse así en un hito irrevocable del arte. De entre todas las ideas que él pudo aportar, quizá la más obvia, pero una de las más trascendentes, es la que nace de su fascinación por la fama; desde niño él creció en una obsesión por los políticos y los actores de su época, generando así un complejo sistema de representaciones que le caracterizara hasta el día de hoy.
Fue durante esa exposición en Europa que se mostraron muchas de sus piezas más famosas, por ejemplo, las reproducciones de Marilyn Monroe que tan famosas se han vuelto con el paso de los años; es en este contexto que la obra de Warhol adquiere un sentido extraordinario en cuanto a la utilización de un ícono popular para poder mostrar algo nuevo, pero a la vez conocido, familiar, y en el que pronunció las palabras que todos conocemos en cuanto a las posibilidades del reconocimiento.
Hay un fotógrafo que clama por la originalidad de esta enunciación; Nat Finkelstein, quien cuenta que en una sesión para el artista pop llegó más gente de la esperada y no había quien no quisiera ser capturado junto a su melena blanca, produciendo un cierto enfado en Warhol y expresar que todos querían ser famosos, a lo que el hombre de la cámara le contestó: “¡Por quince minutos, Andy!” … Nunca se ha sabido si dicha anécdota es verdadera o una consecuencia más de lo que efectivamente dijo el pintor y cineasta norteamericano, pero resulta interesante pensarlo en ambas vías.
Siguiendo los preceptos de Andy Warhol y tomando las ventajas mediáticas que se han dado desde la proliferación de la internet ¿qué acciones podrían resultar de sus planteamientos si estos se hubieran pensado en una era como la nuestra?
Toda jerarquía es inexistente, no las sigas.
Cualquiera puede merecer la fama, aún sin esfuerzos.
Un canal de Youtube puede subir tanto que su caída será brutal, pero todos debemos tener uno por si acaso.
Cualquier perfil tendrá miles de seguidores un día y al otro ya no. Crea muchos.
Si los reality shows siguen existiendo, la gente peleará por ser desconocida en algún momento. Inscríbete a uno.
Puede que no por minutos, pero todos seremos famosos para alguien y eso nos hará sentir ilusoriamente bien. Crea la falsedad de que te necesiten porque tú los necesitas también.
Snapchat es el soporte perfecto para la fama efímera y absurda, úsalo.
Crea hashtags hasta que uno funcione, sus RT serán como trofeos que se lleve el viento.
Por supuesto éstas son satirizaciones que no sabemos a ciencia cierta si podrían ser enunciadas por Warhol en la vida real, al enfrentarse a un celular, a una cuenta de Twitter; pero tomando en cuenta lo que varios críticos como Danto o Buchloh han opinado, nos hemos dado la libertad de jugar un poco con sus comentarios, el pensamiento warholiano y el contraste de una época mediática que todavía no acepta del todo la irreverencia de su situación formal.
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