Un misterio sobre El Grito que se resuelve

La obra de Edvard Munch, El Grito, es una de las más reconocibles en la historia de las artes plásticas, y durante mucho tiempo ha intrigado a los expertos por una mancha. Las teorías iban desde un derrame accidental de óleo hasta excremento de pájaro, pero un nuevo método de escaneo ha resuelto el misterio.

Para contextualizar: existen cinco versiones de El Grito, y la más famosa –y poseedora de la mancha– pertenece a la Galería Nacional de Noruega. En 1994, fue robada; doce semanas más tarde, recuperada por las autoridades del país nórdico.

Científicos de la Universidad de Antwerp en Bélgica sometieron la pintura al escrutinio de un escáner fluorescente llamado Macro-X-ray, diseñado para analizar obras de arte. Estas exploraciones no invasivas descartaron que la mancha se tratara de pintura derramada, pues no fueron detectados pigmentos adicionales ni rastros de calcio. Finalmente, se concluyó que la mancha es cera que habría caído sobre la pintura durante su estancia en el estudio del pintor.

La importancia de un estudio de este tipo radica en que ante la imposibilidad de extraer una parte de la obra para someterla a análisis era difícil saber si la mancha provenía de excremento de pájaro –amenaza importante para monumentos y estatuas– para después tomar medidas de prevención o restauración al respecto. Afortunadamente, la cera no representa un peligro para la integridad de la pieza, así que tanto los científicos como la Galería Nacional de Noruega ahora respiran con tranquilidad.

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