No quieres hablar pero quieres gritarle al mundo los pensamientos en tu cabeza, desesperadamente deseas dejar atrás el enojo, la frustración, la tristeza o la decepción que vives. Tal vez, sin concebir todo eso, sólo quieres mantenerte feliz y seguir sonriendo. Seguir sintiéndote bien contigo mismo.
El momento en el que tomas un pincel, en el que tocas la primera cuerda de tu guitarra, cuando la música llega a tus oídos y no puedes contener las ganas de moverte, ese instante en el que sólo tú y el arte que creas importa. Te acuerdas por qué haces las cosas, el amor que le pones a cada acción y el segundo en el que plasmas lo que eres y lo que sientes en algo que se puede tocar, cuando dejas un testimonio o una huella de tu esencia como ser humano.
El arte permite gritar lo que sientes, y ayuda a sacar todo lo que acumulas día con día. Trae beneficios a tu mente y tu cuerpo que no podrías conseguir de otra forma. Vivir el arte nos abre la puerta a un mundo de sensibilidad e imaginación que tiene una intención sin propósito.
En todas sus manifestaciones, ésta constituye una pieza esencial en la identificación del ser humano. Desde que un niño juega, canta, baila y dibuja, comienza a trabajar su desarrollo sensorial, emocional, motor, cognitivo y cerebral. Nos enseña que sentir no es malo, al contrario: es necesario.
En el aprendizaje a temprana edad, el arte ayuda a los niños a mejorar su memoria, recuerdan los colores, la música y los dibujos mucho más fácil de lo que entienden un texto. Ayuda a controlar las emociones al ser la forma de expresión más orgánica y pura. Despierta la creatividad y nos enseña a pensar de formas diferentes, induce a romper la cadena usual de comportamiento arcaica que nos dice cómo debemos de actuar y pensar; comprueba que la imaginación es una poderosa guía en la resolución de problemas.
La música nos permite concentración. Cuando disfrutamos de una buena composición logramos profundizar en nuestro interior, meditar con nosotros mismos. Nos permite expresar sentimientos e ideas dulces o dolidas por medio de notas musicales que despiertan nuestro sentido del oído.
El teatro y las artes escénicas le dan agilidad a nuestro organismo. Mente y cuerpo se unen para llevarnos a una catarsis cuando el cuerpo se libera y permites que tus movimientos se guíen solos. Desde ritos tribales primitivos hasta bailes que incitan a la seducción, todos nos llevan a un equilibrio ineludible y necesario. Nos ayuda a controlar postura mejorar el manejo del espacio y sobre todo, a poner en sintonía lo que queremos hacer con lo que estamos haciendo.
La pintura, junto con la arquitectura deleitan el sentido de la vista. Más que ver, nuestro cerebro observa, indaga en la estética de algo hasta encontrar belleza. Las artes visuales te llevan a una reflexión dirigida por los ojos, se nutra el alma. No es casualidad que esta manifestación haya alimentado a las mayores mentes rebeldes y geniales.
Por último, la literatura utiliza el lenguaje para transmitir ideas, expresar y compartir deseos, anhelos o escenarios utópicos que nuestra mente genera. Saber escribir es un arte, sin embargo más que cuidar la forma, para que la literatura cumpla su propósito debe lograr que el autor libere sus más grandes miedos, deseos e ideas y logre rescatar la parte de él que se hundió ante tales sentimientos o pensamientos.
Deja que tu mente navegue en un mundo sin restricciones, un lugar en el que puedes gritar sin ser juzgado. Goza de los numerosos beneficios que te brinda la forma de expresión mas bella. Libérate de las presiones y eso que llevas cargando desde hace tiempo y permite a tu mente ser creativa, salir de la rutina y le grite al mundo lo que tienes dentro.
Muy pronto Cultura Colectiva te invitará ser parte de “Proyect o Meraki”, una actividad que demuestra que todos podemos hacer o ser arte. La palabra meraki proviene del griego y significa “hacer las cosas con el alma, con amor, con empeño y creatividad”, justo una de las premisas que rigen la unión del universo de CC.
Esferas negras de 8 metros de diámetro serán colocadas en lugares emblemáticos de la ciudad de México para ser intervenidas pictóricamente por todos aquellos que deseen traspasar la barrera artista-espectador. Deja tus mayores miedos en una de estas bolas gigantes, descubre tus nuevas metas y encuentra a la persona que se encuentra detrás de la máscara que portas día a día.
Ser artista implica sanar tus propias heridas, al dejar que abandonen tu cuerpo para que tu arte se convierta en parte de ti. No tengas miedo, todos podemos ser artistas, es cuestión de querer serlo. Si quieres ser parte del Proyecto Meraki, sigue a Cultura Colectiva en todas sus redes sociales: