En esta exposición, la pieza central —“Ojos de Agua” (2016) — proyecta en tiempo real las gélidas y turbulentas aguas del río Futaleufú. La retención del caudal es un caso que advierte de otras tantas perturbaciones a la geografía que están hoy día determinando el destino de los recursos hídricos del planeta.
En la región de Aysén, en la trágica belleza de los paisajes canaleros, Foschino puso un pie en tierra, contraviniendo arcaicas prohibiciones antepuestas por intrépidos navegantes que fueron verdaderos pioneros al enfrentar la extrema hostilidad del territorio austral.
Sin embargo, en las Shetland del Sur (aledañas a la Antártica) recuperó la ilimitada condición del mar como un elemento totalmente abrumador. De este modo, observa la “movilidad inmóvil” de masas de hielo que, en su constante deriva, retienen la edad de la Tierra. Esta inquietante estabilidad de los témpanos precede la irrupción de la cara no-visible de una especie de silencio originario.
Desde esta incertidumbre Gianfranco Foschino comprende que el paisaje es cultura proyectada por el deseo de estar presente, condensado a través de una cámara retraída, sin ostentación de dominio.