Una vocal se adhiere a una consonante para crear una sílaba. Dos sílabas que se juntan crean una palabra. Dos palabras forman una idea. Dos ideas forman un pensamiento. Muchos pensamientos que dan vida a una mente. Una mente que ve nacer a una persona.
La escritura ha estado en nuestra vida desde hace millones de años como el medio de expresión que permite liberar el alma de todas las cargas innecesarias. Hacerlo es transmitir tus deseos más grandes, el sufrimiento más profundo y la felicidad más excitante.
A través de los libros grandes autores han logrado entrar en la vida de seres humanos que, de otra forma, jamás hubieran influenciado. Ellos entendían que la belleza de la palabra y de un libro está en el poder del lenguaje para transportarnos a un mundo desconocido y bello. Franz Kafka cambió la forma de pensar de millones con La metamorfosis (1915) y Pedro Páramo nos hizo apreciar una realidad irreal de la sociedad en 1955. Los clásicos como ellos lograban demostrar que el poder que tiene la palabra es inexplicable y aún más es el alcance que posee el arte escrito de la literatura.
Jonathan Callan logra hacer un tributo a la palabra, a su poder y su valor por medio de otra forma de arte: la escultura. Utiliza la belleza de los libros para dar vida a una expresión estética del poder de la palabra, única e inigualable.
El arte se crea y se transforma, trasciende así como lo hacen los mitos en relación directa al impacto que crean en la audiencia.
La belleza de una rama no puede limitarse a las reglas de la misma, como creadores tenemos la posibilidad de juntar ideales de belleza y modelos artísticos para dar forma a experiencias nuevas y admirables.
Como cualquier forma de arte, la literatura no debe ser encasillada y Jonathan Callan plasma esto de manera precisa.
Defiende la idea que lo motivó en un inicio: crear arte usando arte.
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