Un conejo de felpa, lo que muchos consideran como un símbolo cuasi universal de seguridad, cariño e inocencia, se muestra como un recordatorio de que el amor puede convertirse en algo destructivo. Esta predisposición o idea del afecto que puede brindar un objeto peludo e inanimado, que tantas veces vemos en televisión o cine, choca con la idea del colectivo de arte vienés, Gelitin, 4 artistas para los que estos animales de felpa, a pesar de su belleza, pueden ser de los objetos más escalofriantes.
Hase es el nombre del conejo de más de 60 metros de largo y 20 metros de altura que representa lo efímeras que son las cosas materiales en este mundo. Cubierto por metros y metros de lana rosa, este conejo-montaña está hecho para desparecer después de 20 años de dominar los Alpes italianos. En la villa de Artesina descansan cinco años de estos cuatro artistas quienes crean piezas juntos desde 1978.
Así como Gulliver en Lilliput, Hase logra que todo aquel que lo visita se sienta diminuto. Las grandes colinas y el maravilloso paisaje complementan la idea en la que, finalmente, sólo somos una pequeña pieza en un Universo sin límite.
Para los creadores, el conejo debe provocar felicidad. Aquellos que se lanzan a la aventura de visitarlo, dichosos de haber llegado, corren hacia él, se trepan, resbalan y caminan por todo su cuerpo sin darse cuenta de que poco a poco lo destruyen. El pensamiento detrás de la obra de arte habla sobre el instante en el que el amor y la felicidad se tornan en destrucción y desinterés. El sentimiento egoista que te lleva a aniquilar algo sin siquiera notarlo por estar envuelto en el goce que provoca. El momento fugaz en el que las cosas cambian pero en escencia se mantienen iguales.
El conejo seguirá compuesto por los mismos materiales hasta en su último momento, pero cada pie que se apoyó en su cuerpo y cada mano que desgarró el tejido provocaron un cambio en la estructura. Toda palabra que escuchamos o leemos, cualquier persona con la que hablamos y aquello que vemos día con día cambian aunque sea de la manera más minísucla nuestra forma de pensar y actuar. Nuestro trabajo, a diferencia del conejo, es no desaparecer ante el cambio y no permitir que como seres humanos hagamos de la convivencia y las relaciones algo que nos lleven a desaparecer, a destruirnos después de los años de trabajo que nos tomó formarnos y encontrarnos.
Gelitin, en media década, logra completar una obra de arte para representar una idea pura, extraña tal vez, pero que logra trascender en el pensamiento.
En palabras de los creadores:
“Happily in love you step down the decaying corpse, through the wound, now small like a maggot, over woolen kidney and bowel.
[…]
Such is the happiness which made this rabbit.
I love the rabbit the rabbit loves me.”
Felizmente enamorado te bajas del cuerpo decayente, atravesando la herida, ahora pequeño como un gusano, por encima de los riñones e intestinos de lana.
[…]
Tal es la felicidad que hizo a este conejo
Yo amo al conejo y el conejo me ama a mi.
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