Uno de los personajes más interesantes de la cultura popular reciente (y que a su vez es un experto en cultura popular) en definitiva es Abed, de la extinta serie “Community”, interpretado perfectamente por Dani Pudi. Este extraño individuo es presentado durante el primer episodio de la serie como un fanático del cine y la televisión que tiene un tipo de autismo muy leve, pero que le impide comprender a la perfección lo que sucede a su alrededor.
Aunque es aceptado por la mayoría de sus compañeros, aún lo señalan porque siempre relaciona las situaciones en las que los personajes se ven envueltos con referencias a series de tv o películas, lo que frustra por completo al resto, ya que aseguran que no están en una serie -aunque sí lo están-. Este tipo de acciones es lo que convierten a Community en una obra relevante, ya que hace juicios de todo lo que se ve en pantalla, basándose en la justificación de que ya ha sido hecho antes en otros lugares.
Abed como individuo es una persona normal, no es grosero y no ataca a las personas, a pesar de estar constantemente envuelto en todo tipo de obras visuales que influyen su vida. A los pocos episodios se convierte en uno de los favoritos de los espectadores por su percepción excéntrica del mundo, ya que nosotros relacionamos otras cosas de nuestras vidas con películas o series de tv (al menos los que acostumbran a seguirlas), pero también porque el extraño joven suele hacer una referencia más en las resoluciones de los episodios.
Cuando llega el momento de la resolución del problema, Abed suele entrar y dar una explicación sobre cómo se arregló en una serie, y aunque en Community se llegue a una resolución diferente, se ahorra el discurso visual y rememora algún momento que todos recordarán y podrán entender, lo que logra darle finales claros a los capítulos y añadirle un pilar más a Abed como el sabio de la cultura popular.
Bajo el contexto anterior -y así como el autor de este artículo hace referencia a la cultura popular- imaginamos cómo sería el concepto del amor si lo relacionáramos meramente con obras artísticas; en forma más particular, en las pinturas. Definir el contexto del amor por sí solo puede ser complicado, ya que no es algo tangible per sé, pero al menos la perspectiva de otros artistas, o de simples imágenes, nos pueden ayudar a hacerlo haciéndo una referencia las siguientes pinturas.
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“El Cumpleaños” – Mark Chagall
Parecería que es el amor el que los alza en el aire. Ambas figuras representadas por Chagall parecen deslizarse en una danza imperturbable como si fueran hojas llevadas por el viento. El pintor puso a su amada musa en esta obra que parece mantener el lado infantil de aquel sentimiento que nos revuelve el interior y a veces nos hace sentir como la imagen: coloridos y ligeramente confundidos, pues el amor está ahí, y las flores también.
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“Los amantes” – René Magritte
Dos amantes tratando de besarse –o besándose– a través de dos prendas. Sus labios no se tocan, sus ojos no se encuentran y no pueden olerse. Parecería representar frustración pero no en los personajes, sino en nosotros mismos que pensamos que deberían poder hacerlo, pero están destinados a estar por siempre en esa imagen. Quizás son dos amantes que no ven más allá de su cercanía, o puede que sepan que permanecerán ahí, juntos, mientras que nosotros moriremos poco a poco.
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“The Embrace” – Egon Schiele
La pasión de los amantes se ve reflejada en esta inestable obra de Schiele, quien con sus trazos peculiares parecen no sólo mostrar a la pareja unida, sino en desesperación. El uso del color refleja el caos que puede llegar a raíz de dicho sentimiento. Parece una imagen violenta, pero la forma del acercamiento de los amantes nos mantiene en calma.
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“The Stolen Kiss” – Jean Honoré Fragonard
En un aspecto más obvio, Fragonard representó un amor secreto y un beso robado. Aunque no muestra en ningún momento piel, parece evocar un erotismo que se hizo famoso en los aristócratas de Francia antes de la revolución. La escena se mantiene elegante, lo que hace que la escena cobre un poco más de impacto, ya que contrasta con el resto de los elementos. La dulzura cortante del amor secreto.
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“Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa” – Jan Van Eyck
La calma de la vida matrimonial representada en una imagen. Si no nos enfocamos en la iconografía -que podría tomarnos más de un artículo- y sólo rescatamos de forma superficial lo que evoca las imágenes, podría ser una absoluta contradicción. Aunque parezca una calma impenetrable, la escena sugiere las complejidades que viene detrás de ese sentimiento. Así como el amor real, aunque parezca sencillo, en realidad tiene distintos niveles de componentes que en cualquier momento podrían hacerlo crecer o destruirlo sin dejar nada a su paso.
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“La Novia del Viento” – Oskar Kokoschka
Podría ser de nuevo la calma, pero quizás es la misma complejidad que nos sugiere que aunque parezca calma, tiene ruido detrás. Son dos amantes reposando después de hacer el amor, pero no existe algo que nos indique que todo está bien. La imagen es una especie de autorretrato donde Kokoschka está al lado de su amante Alma Mahler, con quien tuvo un romance apasionado que resultó en gran cantidad de dibujos y pinturas de Malher. El artista la representa durmiendo mientras él mira fijamente hacia el espacio. Se dice que esta pintura la terminó después de su amarga ruptura, mostrando una imagen que le hubiera gustado mantener viva.
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“La Joven con el Arete de Perla” – Johannes Vermeer
Aunque existe una novela y una película basadas en el simple aspecto visual de esta obra, parece evocar algo más. La inocencia en los ojos y boca de la figura parecen ser hechos de esa forma no por simple decisión sino por quererlas representar de la forma más hermosa posible. Probablemente es una simple idea, pero si el artista sintió amor por una idea y logró representarla en forma de una mujer con un arete de perla, no hay amor más puro que ese.
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“La Noche Estrellada” – Vincent Van Gogh
La vista desde su asilo psiquiátrico justo antes de que saliera el sol es una de las pinturas más hermosas de Van Gogh y que nos puede decir lo que es el amor por el arte. La villa que representó era un sueño para él, y parece que a cada trazo nos invita a envolvernos en las olas del cielo o en los rayos del sol. Si una visión de ese mundo no connota amor, nada lo hace.
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“El Beso” – Gustav Klimt

Probablemente es la representación visual más fiel a los sentimientos de amor una una pareja puede tener. Perfectamente enmarañados en sus cuerpos y vestimentas, en lo que parece ser un borde que lleva a la nada, nos hace sentir la protección que revelan los ojos de la figura femenina. El resto de la imagen parece disolverse mientras dejan que resalte, ya que podría ser la cosa más real en el mundo, una pareja amándose sin abrir los ojos al resto.
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Quizás todos tenemos un poco de Abed por dentro. Cuando mencionan amor, podemos mencionar canciones, películas, libros y, como ahora hicimos, pinturas. En un mundo en el que todo parece ser una copia de lo demás, las referencias es nuestra forma de recordar historias.
A veces no contamos nuestros propios recuerdos, sino que optamos por mencionar escenas o diálogos para explicar nuestro mensaje. Por eso dedicamos canciones en vez de explicar nuestro amor con palabras, y sí hacemos eso ¿por qué pinturas no? Quizás descubramos más de lo que imaginamos.