Cuenta un mito griego que existió en la antigüedad una joven llamada Aracne, quien poseía una habilidad extraordinaria para tejer y bordar, su belleza y su talento le dieron gran popularidad, hasta que su orgullo la condujo a retar a Atenea, patrona de los artesanos, quien con el don de la sabiduría aceptó el reto de la joven mortal. La diosa tejió un tapiz bordado con perfección, donde inmortalizó la majestuosidad de los doce dioses del Olimpo, y con un ápice de presunción y amenaza añadió también terribles escenas del destino fatal de los humanos que se atrevían a desafiar su divinidad. Pero Aracne, arrogante, representó en su tejido los múltiples amoríos entre los mortales y los dioses, romances que avergonzaban al Olimpo, lo cual desató la furia de Atenea quien atravesó el tapiz con la fuerza de su lanza. Aracne deshonrada y arrepentida se ahorcó con el dolor de la derrota, pero la diosa no permitió su muerte, y en su lugar la convirtió en una araña condenada a tejer durante toda la eternidad.
Existen en la mitología numerosas alusiones que entrelazan lo femenino con el reino animal, en la sabiduría popular los animales suelen presentarse en metáforas del comportamiento humano, como la vanidad desmedida de Aracne. En la cosmovisión occidental, la energía femenina se relaciona con la fecundidad y la vida, con un alma sensible, pero también con las pasiones y la seducción. Lo femenino se encuentra siempre en contacto con la luna y las fuerzas de la naturaleza custodiadas por las ninfas, con la maternidad y la intuición, y también con las conductas autodestructivas y el frenesí de la provocación y el erotismo interpretado en el canto de las sirenas.
Las deidades femeninas suelen acompañarse de la presencia animal, en la cultura griega Atenea deposita su saber en la vigilante lechuza, y nuestros ancestros mexicas veneraban a la diosa Xochiquetzal, de la alegría y las flores, que permanecía rodeada de “papalotl”, término náhuatl para referirse a las mariposas que contienen en sus alas el viaje del alma hacia la inmortalidad, la fuerza vital, y la metamorfosis como única constante en nuestro devenir humano, aquellos cómplices de colores a quienes puedes confiarles tus deseos pues al no emitir ningún sonido propio conservan el secreto mientras revolotean hacia el cielo.
En el mundo del arte existen también referencias y alegorías al mundo animal para manifestar conductas y relaciones entre lo humano y su esencia, como la cautivadora “Maman”, pieza escultórica de Louise Bourgeois quien encuentra en las arañas la metáfora ideal para expresar su relación con su madre desde una perspectiva de creación, protección y los contrastes de la agresión pasiva. La araña en la cosmovisión hindú se une con la luna, tejiendo el hilo del destino, pero para la artista ha adoptado un nuevo significado:
“La araña es una oda a mi madre. Ella era mi mejor amiga. Como una araña, mi madre era tejedora. Mi familia tenía un negocio de restauración de tapices y mi mamá estaba a cargo del taller. Como las arañas, mi mamá era muy ingeniosa. Las arañas son presencias amigables que se alimentan de mosquitos. Todos sabemos que los mosquitos transmiten enfermedades y, por lo tanto, son indeseables. Así, las arañas son útiles y protectoras, tal como mi mamá”.
A continuación te presentamos el trabajo de seis artistas quienes, del mismo modo que Bourgeois, se relacionan con lo más instintivo de su ser al crear y sumergirse en el proceso introspectivo de desnudar su cuerpo y su alma para hallar la fuerza salvaje del reino animal, que sólo se diferencia de nosotros porque podemos privilegiar el uso de la razón sobre nuestros impulsos emocionales y el instinto de supervivencia. En su estética han retomado la interpretación visual del híbrido místico que fusiona lo humano y la bestia que nos habita, mientras la esencia surreal que moldea sus trazos narra una nueva mitología de lo femenino.
Bety Ávila
Los animales que habitan sus lienzos son un reflejo de la fantasía y los deseos profundos que se revelan ante la intuición de Bety Ávila, una artista capaz de leer el alma y transmitir en las miradas de sus retratos el imaginario que habita su mente para liberarlo al exterior. Cada una de sus obras representa un universo complejo, cohabitado por los detalles, que transgrede y evade los límites de lo real para contagiarnos de sueños y fábulas de la cotidianidad.
Su obra explora la estética femenina del erotismo, provocativa y salvaje que encuentra en los animales un complemento compositivo para domar la sexualidad desbordante que habita en sus obras. Los tabúes quedan relegados entre los pétalos y las mejillas rosadas de las mujeres que inmortaliza, al manifestar el principio orgánico de lo femenino: belleza y deseo oculto entre las alas de una enigmática mariposa.
Guianeya Marín
Las obras de Guianeya Marín persiguen y cuestionan gráficamente la línea de los cánones publicitarios que definen a la mujer ideal, para preguntarse ¿qué inspira a una mujer que no permite que el viento despeine su cabello? Marín transita en sus creaciones un retorno a lo natural, a la belleza que compartimos con las aves o con el delicado fluir de los peces para recordarnos que somos parte del mismo balance y que no hay nada más sensual que una mujer que está en equilibrio con su intimidad.
Chiara Bautista
Ella representa el amor infinito, aquél que se refleja en las estrellas y se refugia, huyendo del tiempo, en las constelaciones para no abandonarnos nunca. Nos permite conectarnos íntimamente con ella, con la vulnerabilidad del conejo que le ha perdido la pista a la luna, y con la presa enamorada del depredador, la tensión y el peligro de un amor destinado a la tragedia, al desviarse del final feliz. Oscura y misteriosa, no muestra interés por convertirse en una artista famosa, lo que ha transformado sus ilustraciones en mitos, pues sus seguidores aseguran que la historia entre la chica-conejo y el lobo narra el dolor que Chiara enfrenta diariamente tras la muerte de su pareja. Lo que sí es claro ante cualquiera que se aventura a descubrir su universo artístico, es la sensibilidad que transmite cada uno de sus personajes, como si en ellos se encerrara un fragmento de su ser.
Sofía Castellanos
Ella es la exponente pop de lo femenino en esta lista, por plasmar entre colores pastel y vibrantes dinámicas compositivas una oda a la existencia misma. Sus ilustraciones remiten a la fábula y al cuento de hadas, con alusiones a la música, al sonido y a la libertad, el estilo de Sofía Castellanos ha conquistado también al medio del arte urbano, y su onírico cosmos donde la naturaleza y la mujer se funden en un origen común celebra el triunfo de la vida y la armonía frente al caos y las paradojas del mundo. Su obra es un álbum de mensajes positivos, versos de colores que relatan el don femenino de la creación.
Eugenia Loli
El lenguaje de Eugenia Loli es el collage cuya cualidad surreal nos comparte la creencia de que todo puede ser posible. Cada una de sus composiciones cuentan una historia, una escena en la película del universo femenino. Su estética vintage con tintes satíricos expresa la irreverencia con la que cuestiona a la sociedad. Siempre abierta a la interpretación libre, en espera de que hallemos nuestro reflejo en sus imágenes, y nos refugiemos en la creatividad cuando dejemos de creer que la vida es color de rosa y que para lucir siempre bellas debemos adornar el cabello con flores mientras le cantamos al amor, porque la felicidad no es como nos la han inventado y la mujer no es la imagen vacía y coqueta que esconde su esencia salvaje tras las elegantes sombras del maquillaje.